La radiografía es una técnica diagnóstica de rápida, segura y fácil realización. Consiste en la obtención de una imagen de la zona anatómica que se radiografía por la impresión en una placa fotográfica de una mínima cantidad de radiación, que se hace pasar por esa zona del cuerpo. Cada tipo de tejido del organismo deja pasar cantidades distintas de radiación, por lo que la placa se impresiona con más o menos intensidad en cada zona, según el tejido que tiene delante, permitiendo obtener una imagen de los órganos y tejidos de esa zona. Al mirar la radiografía, y conociendo la imagen que debe de tener en una radiografía normal, se pueden identificar imágenes que ayuden al diagnóstico (quistes, tumores, aumentos o disminución de tamaño de los órganos, roturas de los huesos, etc.).
Para realizar la radiografía el paciente se le coloca entre la fuente que emite la radiación y la placa fotográfica. Cuando se va a realizar una radiografía, es imprescindible eliminar cualquier objeto metálico de la zona a radiografiar. En general, es necesario repetirla en distintas proyecciones o posturas (de frente, de perfil, oblicuas) de la zona anatómica a estudiar.
El técnico en radiología indica al paciente, en cada momento, lo que debe de hacer para obtener la imagen de mayor calidad posible.
Posteriormente un radiólogo (médico especialista) revisa las imágenes y elabora el informe que se entrega al paciente para que lo lleve al médico que le ha solicitado su realización.
A partir del informe del radiólogo, y teniendo en cuenta los síntomas y signos que presenta el paciente, el médico puede realizar el diagnóstico de la enfermedad o problema de salud. En algunos casos, la radiografía es el primer paso antes de indicar otras pruebas diagnósticas de mayor coste, riesgo o dificultad de realización, ya que permite confirmar o descartar un diagnóstico, o precisar otras causas de la enfermedad.
En la realización de una radiografía, se expone al cuerpo humano a una cantidad mínima de radiación. Esta técnica está sometida a rigurosos controles, tanto de los equipos médicos, como de las técnicas de realización, que buscan reducir el tiempo de exposición, la cantidad de radiación, y la utilización del tipo de radiación de menor riesgo.
Sin embargo, la exposición a los rayos X tiene riesgo, por lo que sólo deben de realizarse las radiografías cuando es necesario, y evitar su repetición no justificada. Este riesgo es mayor para el embrión y el feto, por lo que una mujer embarazada no debe de realizarse radiografías, salvo indicaciones muy precisas.